jueves, 12 de mayo de 2011

Slipping away

 

Nunca me había pasado. Escribir historias que quedan sin final... ¿ Habéis abierto un pollo alguna vez? ¿ Le habéis abierto el esternón con las tijeras de la cocina? A veces, vivir mi vida es un poco así. Soy un pollo, con el esternón abierto.  Y así voy por el mundo. Otras soy un pollo descabezado, pero esa es otra historia. 

Tenía las manos pequeñitas y bonitas, y los piececitos pequeñitos y bonitos. Andando por la arena de la playa, como un pato desgarbado, con la melenita muy tiesa y muy bonita. Me siento en una barca de pescador abandonada y desfondada a mirarla, hacer todas esas cosas pequeñitas y bonitas que hacen las niñas realmente pequeñitas. En una playa perfecta y caliente de arena soberbia y negra. Tengo las dos espillas agujereadas y sangrantes por una tabla de surf perdida que un golpe de mar ha traído hasta la orilla. Me ha entrado en las heridas agua salada de mar salado. Los granos de arena se pegan a los dos surcos de sangre que bajan hasta mis tobillos. El sol está en el punto justo, frente a mi, para no dejarme abrir bien los ojos. Estos ojazos enormes de china continental que dios me ha dado. Así que todo está bien.

Tengo mi tabla tumbada junto a mi, me tumbo junto a mi tabla, a la sombra de la barca volcada. La piel de los hombros me tira. Me la lamo. Me da hambre. Me levanto y recojo coquinas doradas y calientes, entre mis dedos, allá donde las olas rompen y las voy guardando en el cubo de plástico de la niña pato mareado. El pollo sangrante y descabezado y la niña ánade borracha. El pollo con el esternón abierto como una autopsia de un accidente de tráfico. Pero eso, lo del pecho, no se ve. Es un mundo perfecto de arena y sal, de sangre de camuflaje y tablas de surf enceradas. De coquinas asándose vivas sobre la sartén caliente, sobre las brasas de madera blanqueada por el mar,  al atardecer, con el mejor olor que te puedas imaginar, porque no puedes. 

Asesino con la mayor crueldad posible bichos de arena y, luego, me chupo los dedos hasta la última falange. Luego, me los lavo en la mar, agachada en cuclillas, sobre el agua.  Mi pelo, volcado sobre mi, mi velo de invisibilidad, también se da un chapuzón. La resaca tira de mis pies con fuerza de un animal feroz. Me baño pues, ya casi a oscuras, temblando; me lavo por dentro, me lavo por fuera, me duelen los nuevos agujeros de mis piernas. Me duele el alma de pura y puta perfección. Así que lloro un poco, entre las olas, pero al mar no le importan mis cuatro lágrimas estúpidas. El pato está jugando con las cáscaras del genocidio, allí en la orilla.  El pato también es perfecto, tengo que acordarme de decirselo. Cuando salga. Cuando nade hasta ella, cada vez más lejos. Más lejos. Pobre pato.


Una polilla intenta entrar por la ventana de mi habitación entreabierta. Me chupo un hombro, como un sortilegio contra las polillas, pero ya nunca sabe a sal. Aprieto la yema de un dedo contra el agujero perfecto de mi espinilla. Allí donde una tabla de surf perdida me hizo un piercing nuevo, en otra vida. Pero eso tampoco me hace recordar el sabor del mar. Pato está muerta, Pato está muerta, allí en la orilla. 


8 comentarios:

  1. Gonico, mú gonico. Yo soy gansa, con calcetines a rayas azules y blancas, apoyada en Marylo. Creo que es mejor que un pollo con el esternón roto ¿te hacemos sitio? El chasquido del esternón al cortarlo con las tijeras me pone. Y ya no sufro cuando hago navajas a la plancha, que empiezan a correr para salirse del cascarón. La naturaleza es lo peor. Creo que deberíamos ir juntas a comprar potis ahora mismo. Con unas risas después de tener conversaciones profundas con las vendedoras de potis y hacerle un fucking a todos los putos carvers del mundo mundial. Te adoro, jamía.

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  2. No me acordaba de que eres una gansa...sí, id haciéndome sitio si eso.

    ¿ Las compras se pueden pagar en especie?

    Fuck you all, fuckers, fucking Carvers!
    Yo también te adoro, milady!

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  3. La verdad, yo prefiero comprar los pollos ya despedazados, por partes, en el supermercado, envueltos en papel transparente. Y el pato de los chinos, me encanta cómo lo preparan.

    Joder, qué impresión... hasta polillas sobre niñas muertas. Hoy sueño. Fijo.

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  4. Ay, el pato Pekín, con su salsa de marisco. Qué gran invento, pardiez.

    ¡No dejes de contarnos tu sueño!

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  5. Buf, ha sido muy extraño. Estaba trabajando, corrigiendo unos textos en inglés de un documento que vamos a publicar. De pronto todo se llenó de mariposas y yo las intentaba corregir también, con mi Pilot rojo. Entonces apereció Eddie Vedder y me dijo "quieres que te eche una mano?" y yo le dije "sí, sigue corrigiendo tú por mí, que tengo que cortar el esternón de un pollo. Y no pongas palabras malsonantes, que te conozco"

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  6. Juas!

    Esta noche he soñado que vivía en el Spanish Harlem y me salía a la calle con mi camisón y mis zapas, mi cuadernillo y mi cámara, a pedirle un autógrafo a Ozzy Osbourne. Tan feliz. Hacía un gran día de Junio, por cierto.

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  7. Me gustaba pato.
    El sacrificio siempre deja el camino lleno de huesos.

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  8. De huesos, de conchas, de pollos espatarraos...
    A mi también me gustaba pato.

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