miércoles, 23 de marzo de 2011

Tutto o muelte?

Como tengo unas amistades estupendas, que ignoran mis depresiones y mis arrebatos, me veo regalada por privado con poemas de Raymon Carver, que es justo lo que necesito para perderle el (poco) sentido (que le queda) a todo.

Me mantengo con los dedos abiertos apoyados contra el cristal, mientras el cristal, centro único de la masa total  del universo, aguante.

Me siento terriblemente sobrestimada. Debería estar acostumbrada...

Raymon Carver:   

EL TELEVISOR DE JEAN
Mi vida va sobre ruedas
en este momento. aunque ¿quién se atreve
a decir que no volveré a flaquear?
Esta mañana me acordé
de una novia que tuve justo después
de mi ruptura matrimonial.
Una chica muy dulce llamada Jean.
Al principio, ella no tenía ni idea
de la parte mala de las cosas. Llevó
su tiempo. Pero, de todos modos,
me amaba un montón, decía.

Y sé que era cierto.
Me dejó quedarme en su casa
cuando dirigía
los mezquinos asuntos de mi vida
por su teléfono. me compraba
bebida, me decía
que no era un borracho
como todos esos otros, decía.
Me extendía cheques
y los dejaba sobre su almohada
cuando se iba al trabajo.
Me regaló una chaqueta Pendelton
aquella Navidad, y todavía la uso.

Por mi parte, le enseñe a beber.
Y a dormir
con la ropa puesta.
Cómo despertar
llorando en mitad de la noche.
Cuando la dejé, me pagó dos meses
de alquiler. Y me dio
su televisor en blanco y negro.

Hablamos por teléfono una vez,
meses después. Estaba borracha.
Y seguro que yo también.
Lo último que me dijo fue,
¿Podría ver mi tele otra vez?
Miré alrededor
como si el televisor pudiera aparecer
de repente en su sitio otra vez,
sobre la silla de la cocina. O si no,
salir del armario de la cocina
y presentarse. Pero ese televisor
había sido arrojado calle abajo
semanas antes. El televisor que Jean me regaló.

No se lo dije.
Le mentí, claro. Pronto, le dije,
muy pronto.
Y colgué el teléfono
después, o antes, de que colgara ella.
Pero aquellas palabras oídas como en sueños
me hicieron sentir
que había llegado al final de una historia.
Y ahora, con esa última mentira
a mis espaldas,
podía descansar.



6 comentarios:

  1. La culpa es del glamour. Esta mañana he buscado un pañuelo que me fuera bien con la ropa, pero olía a veneno, así que no me ha quedado más remedio que ponerme un poco de puro veneno. Júntalo con lo que llevo leído más la flojera del resfriado y este puñetero día de otoño primaveral y, eso, que empiezo a salpicar sin darme cuenta.

    El cristal de la ventana no sirve sólo para aguantar el marco. Sirve para mirar lo que hay fuera y encontrar lo que necesitas. El cristal te aguanta y tú también aguantas. Tienes que aguantar. Y si llegas al fondo de la piscina, apuntala bien los pies en el suelo y da impulso fuerte hacia arriba.

    ¿Qué tienen las ventanas para que siempre vayamos a ellas cuando todo hace plof? ¿Te acuerdas del club de las ventanas?

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  2. Me acuerdo de la ventana en la espalda de Angelina Jolie. Supongo que sirve para el caso.

    Me parece bien que te envenenes. No entiendo que te lo tomes todo tan a pecho, no sé, aprende de mi :P

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  3. No te creas que no aprendo, me contengo para pegar la nariz al cristal, ya sólo miro por la ventana para ver la luna.

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  4. A ver si os aclaráis: O me dejáis que mi vida sea trágica o no...

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  5. Tutto es inabastable y muelte eterna.
    Tampoco es tan grave paar un rato a "oir como crecen las flores", o si.

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  6. All or none. Tengo unos jacintos preciosos en el balcón. Los tulipanes se resisten a salir.
    Son listos.

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