viernes, 25 de marzo de 2011

Inside Job (II)

 


Tengo un recuerdo claro y diáfano de mi primera máquina de escribir, sobre la superficie brillante y encerada con esmero de aquel mueble de roble hecho a mano. Creo que tenía 6 años, y recuerdo perfectamente lo primero que escribí en ella.


Igual que conservo la imagen perfecta y suave de mi primera guitarra, contra la pared blanquísima en aquel cuarto grande y ventilado, lleno de sol y de flores. Lleno de apariencias que no eran tales. Creo que tenía 13 años y recuerdo perfectamente lo primero que conseguí tocar con ella.

Tengo aún metida dentro la urgencia de hacer sonar esos dos objetos casi de nacimiento, sin tener nada que hacer con ellos, pero teniendo que poner sonido. A los dos. La palabra clave aquí es teniendo, por si te pasa desapercibida. 

Ni las máquinas de escribir ni las guitarras me quieren ni me han querido nunca, estas como las primeras, ni si quiera son mías, no las poseo. No escribimos juntas poesía, ni son mis amantes, no son mi refugio ante las calamidades, ni mi consuelo ante las adversidades. Las máquinas de escribir y las guitarras son los putos grilletes que me atan a mundos que, con gusto, dejo pasar desapercibidos cada vez que puedo. Cada vez que se olvidan de mi. Plin. Una larga época de hacer vida de persona "normal". Lo que no soy. 

Soy una esclava atada a dos engendros grandes y brillantes, cromados y ruidosos. Sencillamente, mi existencia no me pertenece. Como la mujer de Baremboin, saco mi chelo a las inclemencias del tiempo, esperando que la madre naturaleza me libre de tener que volver a enfrentarme a la música. Las sagradas sinfonías del tiempo.

De todas las ataduras que son en esta vida  que poseo, son estas dos las que más me limitan, las que más me definen, las que menos correa me dan. Las dos esperanzas. Los dos bozales. Todas las putas promesas. Todas  las mentiras.

Me cago es su  puta madre.
Estoy muy bien.






















2 comentarios:

  1. Ainss, las cadenas.

    Libre te quiero
    pero no mía
    ni tuya siquiera.

    Tu venganza ha sido terrible, Carver por Jacquie.

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  2. Que generosidad más egoísta. Quiéreme mía, que de los demás ya soy.

    Venganza es una palabra como puchero: Gorda.

    Prefiero perhaps. Y weirdos ;)

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