sábado, 19 de marzo de 2011

Be sound

Algunas mañanas la luz del sol, brillante, se refleja de esa manera contra la fachada de enfrente.



Y el cielo azul.


El contraste de todas las cosas es tan fuerte que los contornos se desdibujan si los miras fijamente. 


El sentido del tiempo y del espacio, el estar aquí, desaparece.


Ya no estás aquí. Con el tiempo, tampoco estás allí. Todas las imágenes, los colores, los sonidos, se pierden. De usarlo, cada pequeño detalle que era sólo tuyo, se pierde. Y no hay lugar ninguno donde ir a recuperarlos otra vez. Porque si bien los lugares aún existen, el tiempo, El Tiempo.


El Tiempo se pierde.


No puedes.


Así que te aferras a imágenes que de tanto usadas, no pondrías la mano en el fuego para asegurar, para asegurarte, que fueran verdad. 



Algunas mañanas la luz deslumbrante de Marzo se refleja contra la fachada de enfrente. De Esa Manera.
Que te hace pensar si alguna puta vez te vas a recuperar y superar. O, sí es cierto eso que dicen y, llegado un punto, lo has vivido todo. Lo demás es poco más que repetir e intentar repetir. Y fallar.



Los lazos de raso atados en las muñecas son cuerdas de acero clavadas en los huesos. En carne viva y tironeando aún puedes llegar a pensar que lo que quieres hacer no está bien.


Porque todo no es Nada.



Si volviera a nacer, querría nacer cerca de ti. Y salvarte. 



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