Los 37 de Milgram

Aviso a navegantes: Esta entrada no es más que un pequeño experimento. Ni extrapolación, ni exageración, ni comparativa desafortunada. Sólo un pequeño juego intelectual, un poco de heno para pastar, reflexionar, elucubrar. Chirimoya. Ñamñam.

En los años 60, el experimento Milgram demostró, para horror de los desbordados investigadores, que cualquier persona parecía dispuesta a obedecer cualquier tipo de orden sin oponer resistencia alguna, aunque la orden supusiese dañar de gravedad a otro ser humano.

 A los 37 de Milgram se les propuso participar en un estudio, a cambio de 22 dólares, en el que tendrían que enseñar a un alumno una serie de palabras. Si el alumno fallaba al memorizarlas el "maestro" procedería a castigarle con una descarga eléctrica creciente, de 75 voltios hasta 450.

 A pesar de los gritos de dolor de los alumnos, el 65% de los "maestros" llegaron a aplicar 450 woltios a otro ser humano, sólo por el hecho de haberse equivocado al recitar unas palabras. Sólo porque una figura de autoridad se lo había ordenado.

Cuando, en la Alemania Nazi comenzó la persecución antisemita, las autoridades ordenaron a la población denunciar a los judíos. En países como Holanda, esas denuncias se premiaban incluso con dinero. Las autoridades mandaban, eso era todo. Claro está que el hecho de que los judíos fueran un colectivo bien posicionado económicamente seguro que ayudó, en un principio, a que nadie cuestionara órdenes.

Es muy fácil pensar que, en nuestros tiempos, eso no podría JAMÁS volver  a repetirse. Que nos daríamos cuenta, que lo pararíamos, que estamos educados y preparados para rebelarnos contra nuestros propios gobiernos ante tropelías como aquellas. Estoy convencida de que esto es cierto, ante los grandes escándalos reaccionaremos y hemos reaccionado (así es como el gobierno del PP salió por piernas por el asunto de la guerra.) Sin embargo, las grandes tragedias sociales, rara vez comienzan con un detonante tan claro y, como la rana hervida viva y lentamente, si en un principio el agua esta bien fría ni nos enteramos, nos acostumbramos...y obedecemos sin chistar. Sin pensar.

Toda esta reflexión se me ocurrió leyendo el periódico en el baño la otra tarde, con el asunto de los controladores aéreos y su muy desafortunada huelga. Durante meses se nos ha estado "ordenando" que odiemos a otros trabajadores (como nosotros) mientras perdían TODOS sus derechos laborales y constitucionales. Se les ha privado de su derecho a la intimidad personal y económica, aireando sus sueldos e incluso sus caras en los medios, se ha mentido sobre la razón de la quiebra (¡en sólo 5 años!)  de AENA, la empresa pública con más supehábit del estado, insinuando que los controladores eran los culpables, mientras se les denegaba el derecho al descanso laboral, a las bajas por maternidad y enfermedad; se les instaba, por Real Decreto, a trabajar 160 horas semanales ( eso sí, bien pagadas) y se nos aseguraba que todas las reinvicaciones de este colectivo eran exclusivamente económicas.

Los controladores aéreos ganan mucho dinero. Es muy, pero que muy fácil odiarles. Sólo tienen que decírnoslo.

¿Qué será lo próximo?

¿Nada tiene ya importancia?

¿Les daríamos una descarga de 450 woltios en los testículos si la orden viniera de la figura de autoridad adecuada?

¿Os parece que exagero, que la comparativa es desafortunada?

Las auténticas reivindicaciones de los controladores aéreos  AQUÍ y las mentiras descubiertas AQUÍ

El nivel de odio generado por este asunto, con las reacciones de unos y otros AQUÍ

El experimento Milgram original AQUÍ

Los 37 de Milgram eran seres humanos normales, iguales a nosotros. 

¿O tú crees que eres de verdad tan diferente?