viernes, 30 de agosto de 2013

Esclava del diálogo

Miércoles, 23 de Mayo del 2013

Me voy a  marcar una entrada sin música, porque sí. Porque hoy es hoy. Te diría que porque las reglas está para romperlas pero bien sabes que, a estas alturas, sólo tengo una regla. George Moustaki murió ayer. Y el francés, la lengua con la que sueño cuando sueño en participio pasado, la lengua de holgazanear sobre el cuadernillo rojo de los verbos irregulares, se ha quedado en mi vida sin razón alguna de ser.


La novela que escribía en la vieja máquina de escribir que encontramos en una oficina abandonada y cerrada desde los años 60, está escondida entre las facturas del ADSL y unas fotografías mías, en las que aparezco, disfrazada, como siempre, de pin up de Pequeño Barrio Obrero. Pero el personaje que cada noche escribía, el personaje virtual, provocador y borde, el calientapollas y peligroso, el seductor y excitante se fue diluyendo, a cachitos pequeños, por el simple acto de dejar de respirar, de existir. De necesitar. Pin up una tarde de Marzo sacó del armario una camisa vieja de franela y, desde entonces, por alguna razón, ya no sabe escribir. Pin up ya no está.


En un bar alicatado en un barrio oscuro junto a las vías del tren, una chica con la melena rapada escribe en un cuaderno cuadriculado frases sueltas, que son el equivalente escrito a golpearse la cabeza contra un muro de hormigón.  En un verano apoyada contra el tronco de un árbol, bajo la calima del estío, una chica con el pelo cortado a lo chico escribe frases de canciones sueltas, buscando en los estribillos y en las codas la respuesta. Frente al ordenador, una pin up descastada, con la melena muy larga y colorada, utiliza los miedos y los anhelos de los otros, que tan trasparentes son a esta lado de la pantalla, para hacer surgir del teclado el diálogo perfecto. La vida virtual es una comedia.


Mi pelo sigue creciendo. Mis cuentos siguen siendo cortos y rápidos,  acelerados, asustados, a trompicones, como un mal polvo. Pero un polvo siempre será un polvo y, si de polvos hablamos, el mejor siempre es con el que sueñas, pero aún no has echado.

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