Tienes la panza blanca y gorda, como un niño de biafra.
Al fin y al cabo, nadie te había invitado, no te ofendas de que nadie se despida.
Te has marchado y te has llevado, toda mi música, mis libros,
mis ganas de estar enfadada. La columna que sustentaba mis días.
Me paseo por la casa, jugando a hacer cosas. Pensando en hacer cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario