jueves, 16 de diciembre de 2010

Gone to the other side

 


Sé que estás convencido de que ahora eres normal.

Que te has ocultado tan bien, que te has escondido a mis ojos,
incluso a ti.
Te levantas, trabajas duro, te acuestas todas las  noches
con normalidad.

Pero,
me ves aparecer y aunque no mires, te recuerdo.
Lo que no quieres saber sigue bien vivo.
Dentro. 

Dime, ¿aún escribes papelitos escondidos 
en los que me conviertes en la dura  femme fatal
de tu película? Dibujas un personaje terrible de serie negra, que te ha chupado la sangre y, casi asustado, cierras los ojos, le das al enter. 
Uy, qué miedo.
¿Has conseguido tapar todos los agujeros abiertos, todo esos cabos sueltos que interrumpían la trama de la mentira perfecta?

¿Cómo consigues vivir sin dejar 
a las bestezuelas sueltas?
Antes de acostarte piensas sólo en cosas buenas. Escuchas letras de canciones, que deformas, hasta adaptarlas a lo que quieres creer.
Y te lo crees.

Una a una, pierdes las oportunidades, de entenderte. De entender lo que te pasa, lo que ocurre.
Rezas fuerte, 
copias la normalidad de los normales
en la creencia
de que la reiteración lleva a la perfección
de lo que sienten..

Pues bien. Yo sigo aquí. Por mucho que te mientas, que describas pasados imposibles
a la gente, tú eres tú. 
Y no has cambiado.
El hábito no hace al monje.
Antes o después los perros saldrán de noche.

¿Sientes miedo o te sientes arropado por las orejas que empañas
cada día?
¿Crees que ellos te querrían si supieran lo que esconde
toda la palabrería
el disfraz de niño bueno que te has construido 
a medida?

Venga ya.

La razón por que desprecias todo aquello que me gusta es porque sabes
que ya no lo podrás tener.
Y, cada vez que te has creído que lo habías superado, aparece algo mío 
que hace que te pique el culo. El único picor que sabes que ahora no podrás rascar.
El niño bueno.
Se hace pajas por la noche pensando en mi,
las noches malas.
Pero, ey, cada vez son menos. ¿A qué sí?

No quiero que sientas miedo. No tengo poder sobre ti.
Porque no quiero. El enemigo que jode lo llevas dentro. Muy dentro. 
Y no seré yo quien lo saque, pero estate atento. 

Cuando necesites ayuda
cuando te sientas perdido
otra vez
cuando se descubra el truco de prestidigitador barato
¿Estarán los engañados para abrazarte, para quererte
para decirte bien fuerte que la razón era tuya?

Sí, cada vez que caes un poco
me siento bien.
Yo no soy una canción de Bruce Springsteen.

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