domingo, 14 de marzo de 2010

Cuando estás enfermo





Cuando estás enfermo tienes  que renunciar a muchas cosas. 
Lo primero que te roba la enfermedad es tu trabajo y tu independencia económica, a medida que avanza te roba también la independencia que te proporciona tu propio cuerpo, moverte, ir venir, gastar, comprar, levantarte del sofá, de la cama, ir al baño solo, dar un paseo para airearte. Para realizar cualquier actividad dependes económicamente y físicamente de los demás. No sólo tienes que ayudarte de ellos, sino que tienes que pedirles su ayuda.

Renuncias a comer las cosas que te gustan, las que te ponen alegre cuando estás alicaído, las que te traen recuerdos reconfortantes, las divertidas, las que sabes que te dan la energía que te falta, las que te siempre te han sentado mal, pero te daba igual, las que te sentaban tan bien, las que siempre te quedabas con ganas de más. Las medicinas te roban, muchas veces, tu lucidez mental. Sin salir a la calle, sin compartir momentos con las amistades, sin ponerte ese vestido tan bonito y que tan bien te sentaba, sin poderte maquillar y sentirte guapa, comer un helado al atardecer en verano en una terraza, o disfrutar de un buen libro arrebujada en una tarde de invierno.
Lo último que te roba la enfermedad es tu capacidad de planificar y, con ella, la de soñar. 
La de pensar.

Lo bueno de estar sano es ir recuperando todo lo perdido y cuando lo haces, te sorprendes de haber pasado sin ello y, aún más, de tenerlo tan asumido que lo habías olvidado.

De haberte olvidado de vivir...

3 comentarios:

  1. Es que la salud sólo la apreciamos cuando la perdemos, más aún cuando la recuperamos. Es lo que tiene la vida, que solemos pasar por ella sin apreciar todas esas cosas pequeñas, tontas, sencillas, que realmente son la base de la felicidad.

    Un abrazo,
    Mayte

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  2. Pues me has hecho pensar mucho.
    Lo explicas muy bien

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  3. Mayte
    Lo pequeño lo es todo. Iba a llamar al post El Dios de Las Pequeñas Cosas pero es demasiado...pequeño. Espero que no se me vuelva a olvidar nada de lo que me gusta. Y lo que no me gusta también, quizás más importante aún.
    Un abrazo.

    Enma
    Me encanta verte por aquí, no me preguntes por qué.
    Hacer pensar es lo más que te puede venir de vuelta. Retroalimentación total. Muchas gracias.

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