domingo, 7 de marzo de 2010

¡Bu!


Le odio. Voy a sacar por impresora su foto en colores vivos, para poder clavar alfileres en su ojos, a aprender sueco para maldecir su nombre sabiendo bien lo que digo.

La culpa es mía, que llevo sentada todo el día intentando escribir algo potable y no me sale nada de los dedos, porque tengo su personaje pegado a la piel como si lo hubiera parido. 

Lo estoy haciendo mal. Porque me empeño en ser creativa y original y no escribir de mi, hasta que llega alguien y me habla mejor de lo que yo me imagino. Estoy sentada en el cine y me sube la adrenalina por la cara, hala, ya no oigo más que mi sangre en mis oídos, menos mal que estamos a oscuras y nadie puede verme el rubor en la cara, hasta miro de soslayo a un lado y a otro, avergonzada, serás tonta. Tan tranquila y de repente estás a cien años luz en el pasado, me escuecen los piercings en los cartílagos, reconozco esa manera de girar la cabeza hacia un lado, porque es mía. Es mía.

Estoy caminando por la calle encharcada, las Doc Martens llenas de agua hacen chofchofchof, me corre la gomina por el cuello, la pana empapada contra los muslos fríos, y sigo caminando, una señora bajo un paraguas de flores se gira de repente sonriendo y me mira a los ojos, el rimel negro que me corre hasta los pómulos, se asusta y yo me imagino lo que debe ser un susto en su vida de flores de colores, de pendientes de perlas y sabanas de algodón almidonadas. Igual me animo y hasta sonrío,- Bu- al pasar, lo más emocionante que la ha ocurrido en siglos, cruzarse con el peligro. Ñañaña, sigo marchando como un soldadito, lo que sea menos parar. 

Lo que sea menos llegar a mi destino.

Para escribir sobre eso tengo que vivirlo. Otra vez. Me levanto de la butaca sin hacer ruido y, en el servicio, me mojo el cuello con agua helada. Me miro la piel blanca y la melena roja en el espejo; ahora estoy guapa. Las gotas de agua me resbalan por el cuello. No me seco, ni me muevo, ni respiro, me quedo frente al espejo en un tiempo que no es tiempo, un lugar que no es lugar, entre dos mundos. Si lo dejas todo es evocador. Si lo dejas. Si lo permites...

O igual es todo una trampa para no alcanzar un éxito, el que sea. Pero hoy no escribo. El puto sueco. 

2 comentarios:

  1. Ir contigo al cine debe ser emocionante. La peli es lo de menos. :)

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  2. Jajaja...sí, bueno, es difícil aburrirse conmigo, eso sí.

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