domingo, 31 de enero de 2010

En lo más crudo del Invierno



Se pasaba las tardes acostada sobre la cama hecha sin siquiera taparse con una manta, en vaqueros, encogida en posición fetal mientras en mi tocadiscos sonaba Point Blank una vez y otra y yo, aburrida y ofendida en lo más territorial, me desesperaba, no porque llorara o porque me robara mi música y mi cama, sin no por quien lloraba.

Porque no comprendía que una mujer hecha y derecha paralizara su vida por no sentirse querida y, sin embargo, sacara fuerzas de flaqueza todas las mañanas para hacer la compra y la colada, preparar la comida, sacar brillo a la plata y planchar los calcetines y las sábanas. Tener el hogar presto y arreglado para tenderse a llorar las horas del día que quedaban, mientras Bruce se lamentaba bajo la aguja del Vieta, una vez tras otra. Creo que ese fue el momento que fraguó en mi carácter el desprecio absoluto hacia las mujeres débiles. No hacia las sufrientes o las abnegadas, sino hacia las que, a pesar de sufrir, no consiguen entender nada. Y se fotocopían a si mismas en las viejas costumbres heredadas, día tras día, creyendo que de la perfección de su persona brotara el amor perfecto y la perfecta calma.

Se hacía de noche escuchando a Springsteen, rodeadas de las luces dulces y amarillas de las lámparas y, apoyada en la ventana de mi cuarto con un tazón de té con leche entre las manos, observaba el pequeño mundo de mi barrio, como siempre, y se formaba la persona que hoy soy. En lo más crudo del invierno hay personas que no consiguen encontrar dentro de ellas nada más que la escondida plegaria de una tierra prometida donde solo haya felicidad y calma.

Es en lo más crudo del invierno cuando algunas mujeres tiramos los hilos de plata que nos unen en la oscuridad a todas, y tendemos la mano, la lengua, la oreja, los dedos, para acallar las voces interiores que destruyen y restañar las heridad que por dentro sangran. Aunque a veces las almas que acunamos serán las mismas que en la suave primavera nos clavaran los puñales por la espalda.

Por la cándida adolescencia...
Fotografía de la exposición "Sangro pero No Muero", de Isa Sanz. En Valladolid hasta
hoy.

7 comentarios:

  1. El amor perfecto no existe como tampoco existe la calma perfecta. Buscarlas, aunque sea dentro de uno mismo, es una pérdida de tiempo.

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  2. Yo para llorar siempre he preferido Stolen Car. Es mi punto musical de máxima caída. Creo que es la canción más triste que ha escrito nunca.

    Espero que esos días hayan quedado atrás y que sigas corriendo.

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  3. hécuba
    No es tanto lo que se busca como el cómo .

    NoSurrender

    De acuerdo contigo, Stolen Car es una canción terrible. Lo que se puede hacer con dos acordes, verdad?

    Sí, ya no estoy rodeada de ese tipo de mujeres. Tal vez no corro, pero siempre avanzo ;)

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  4. Hay veces, algunas veces, en que la vida te arrastra y eres un muerto en vida. Y hay veces, algunas veces, en que surge una chispa y vuelves a vivir. ¡Que vivan las chispitas!

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  5. ...no puedooor con el amooorrr ¬¬
    Jamelga: prométeme que nunca me regalarás unos de esos gadgets del estilo "al blog más profundo" o " hermana del alma". Es que te veo lanzada ;) :P

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  6. Como he estado dentro de muchas mujeres, débiles, fuertes, arriesgadas, aventureras, tristes, estancadas, galopantes... he llegado a entenderlas a todas. A todas las que he sido yo misma...

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  7. Porque todas somos todas, en algún momento, no, Nebroa? :)

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