domingo, 20 de diciembre de 2009

Where is my Mind

   

Sea amable, dele al play, hombre!





Estaba leyendo por aquí y por acá, que no es más que la vil escusa para no irme a la cama. Porque esto de vivir en pareja tiene cosas que me gustan y otras como que no, y yo he sido siempre mucho de mi dormitorio y de mis cosas. Pero encontrarme a un macizo atravesado en la cama king-size a las tres de la mañana, con todas las mantas arremolinadas alrededor del cuello, un perro en una esquina, un perrazo en la otra, dos pares de calcetines ( que huelen como ciertas masas de pan fermentando), las zapatillas de la talla 44 de trinchera en mi camino y mi almohada, mi almohadita, esa que tarde dos meses en decidirme a comprar usada de cojín almorranero, como que no. Se me quitan las ganas de irme a la cama, de dormir y,ya puestos, de darle un apropiado uso al susodicho... 
Así que estaba leyendo por aquí y por allá (lease en la internés) y, cuando empiezas no sabes como vas a acabar. Muchas veces encuentras inspiración y ganas, las más de las veces, pero hoy me han dado las tristezas. Y es que no hay nada tan patético y frustrante como asistir a tu  propia desintegración mental. Algo así como tener alzheimer, pero no mucho, una demencial senil suavita adelantada. Que yo antes, y lease  antes cuando los dinosauiros poblaban la tierra y Kurt Cobain aún se rompía el muslamen saltando sobre la batera, era más...inteligente, ingeniosa. Más mejor.

Estoy segura que llevar dos días arracimada sobre mi misma, excepto salidas deportivohigiénicas caninas, va a tener que ver con la noche lúgubre. Pero sé que ya no soy tan lista. Que estoy segura, vamos. Que lo dicen los tesetes de inteligencia. Y digo yo que si entraré en la Ley de Dependencia y encontraré un asistente guión enfermera guión profesor particular guión blackberry, que me recuerde la fórmula de perborato de litio, cómo configurar el esclavo-maestro en los viejos discos duros para el ordenador que a retales estoy montando, el subgénero de las espidifitas, amaestrar a un perro salvaje para que te traiga el periódico y las pantuflas, robarle la wep al vecino, dónde habré puesto las putas llaves, la contraseña de los 7 correos electrónicos que utilizo habitualmente ( Yo y ellas somos siete), y todas esa chatarra datual que tengo etiquetada en la parte trasera del cerebro y a la que antes tenía acceso cuando y como me diera la gana, para solaz de niños y mayores, que me explotaban como enciclopedia humana,  y rabía verde de letrados universitarios, con un doctorado en económicas y un master en " No Haber Hecho en Su Puta Vida Nada".

O cuando tengo un problema que no me apetece resolver lo resuelvo con una actividad agotadora que me deje por los suelos y no me permita dormir.

O alcanzamos las más altas cotas de la intelectualidad con trece años, sólo para convertirnos en unas marisabidillas de más de treinta. Que ansín en plural sabe mejor. Tenía que haber seguido el consejo de Boris Izaguirre que, un día, se miró al espejo y se dió cuenta de que al niño precoz y superdotado que había sido le estaban saliendo patas de gallo y canas. Y viró por la tangente hacía la frivolidad y el hedonismo, escondiendo para los demás su mucha inteligencia. Porque, como él mismo dice: " No hay nada peor que un niño precoz venido a menos"

2 comentarios:

  1. No hay nada pero que un niño precoz con canas, al final acaba añorando algo que nunca fué.
    Me da que no es tu caso, voy a curiosearte un rato.
    Un saludo.

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  2. Bienvenido, catador de caldos del valle de Napa. Curiosea, bloguea, comenta...vuelve.

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