viernes, 18 de diciembre de 2009

Federico







Me dan un poco de pena los bebés atados en sus sillitas, en el asiento trasero con los ojitos fijos en el DVD del reposacabezas delantero. Pero se me pasa en seguida por la mala ostia que me dan sus padres.


Cuando yo era pequeña en el coche no se hablaba, te jodías, que está tu padre conduciendo. 
Pero, para dormir, mi padre me relataba cuentos, me recitaba poesías, que yo creía inventadas solamente para mi, y pasaron muchos años antes de que descubriera de dónde había salido tanto talento. Mi padre me cantaba a Lorca y es por esto que Federico es, para mi, un miembro más de mi familia.


El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantaritos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados. 
 ¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!


(Con los ojos como platos, pensaba desde la cuna: "¡ Tienen dedos los lagartos!, ¿cómo sujetan si no los anillos?") 

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros. 

 El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.



 ("¿ Y qué ha sido ahora de los lagartos?"- me preguntaba y en seguida imaginaba el chaleco de un intenso color azul, como el raso que había visto en el taller de mi padre,  e imaginarlo redondo, sonriente y con chaleco siempre me asustaba) 


¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos! 

¡Ay cómo lloran y lloran.
¡ay! ¡ay!, cómo están llorando!



Y me echaba a llorar desconsolada por los pobres lagartos; viejos, solos, desanillados. No sé en que pensaba Federico cuando escribió esta nana... Así crecí creyendo que a los niños sus padres les traían de invitados a poetas y escritores a sus cunas y a sus camas.
Muchas veces parece que en este pais no tenemos foclore popular más allá de las jotas y los pasacalles, sin embargo toda una generación de folcloristas fundamentales quedaron partidos por la guerra y sus textos ya no se leen ni se escuchan...ni se cantan.


Hoy no han encontrado a Federico en su fosa de vergüenza de Rosales y, a pesar de que esperaba que esta historia terminara de una vez, he suspirado aliviada al escuchar la noticia. Temo tanto como tantos la idea de que te encuentren, Federico mío, Federico niño, y que te arranquen de entre mantillas y claveles en mi mente para enterrarte bajo el mármol frío. Esa foto yo no quiero verla, tal vez Zapatero y Rajoy las manos tendidas sobre tu tumba, convertidos tu pelo negro engominado y tus dedos de pianista fino en otra Institución Oficial de la inedita y falsa unión de las Españas.( Chimpún.)
Pero que no te encontraremos tú ya bien lo sabías.


Este verano mi padre octogenario me regaló un rentapado de las Obras Completas de Lorca, y descubrí las cartas que Federico escribía a sus amigos ( Alberti,   Gerardo Diego, Cernuda...) con sus dudas sobre su calidad literaria, sus miedos ante su decisión de escribir o no, ser una carga familiar o no, o intentar acallar los versos que con tanto trabajo de dentro le surgían. Leer al Federico niñoy saber que él, como todos nosotros, dudaba escribir. Federico, mi Federico.


Me pongo tonta... 





 
 Tu cuerpo irá a la tumba
intacto de emociones.
Sobre la oscura tierra
brotará una alborada.
De tus ojos saldrán dos claveles sangrientos
y de tus senos, rosas como la nieve blancas.
Pero tu gran tristeza se irá con las estrellas,
como otra estrella digna de herirlas y eclipsarlas.



3 comentarios:

  1. Pobre Federico! Me ha gustado tu relato.

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  2. Su familia no quiere que lo encuentren.
    Sus seres más queridos y allegados quieren que se deje su leyenda para el recuerdo.

    ¡Pues dejadlo descansar!
    Políticos de cualquier color y condición...
    Dejad a Maeve seguir soñando con sus lagartos y su padre...¡y a la familia de Federico vivir en paz, leñe!

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  3. Fiebre: Qué es justo eso! Qué nos dejen a todos en paz, verdad?
    Bienvenida alegre doncella :)

    Anónimo, me gusta que te guste. Bienvenido tú también al Cuenco.

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